El Instituto Nacional de Estadística del Reino Unido calcula que, en 2015, se produjeron 787 fallecimientos en Inglaterra y Gales por caídas en escalones o escaleras, es decir, más de dos muertes diarias, lo que representa un aumento del 20,5% desde 2012. Una persona se cae por las escaleras cada 90 segundos en el Reino Unido, y los servicios de urgencias atienden alrededor de 250.000 accidentes fortuitos no mortales en escaleras. Y esta cifra no solo hace referencia a las personas mayores, puesto que se registran unas 58.000 caídas de niños por escaleras cada año.
Hace mucho tiempo que nuestro equipo europeo se dio cuenta de que el sector de los ascensores y las escaleras mecánicas no solo aporta ventajas para nuestra salud, sino también para nuestro bienestar; por ello, apuesta por la compañía finlandesa Kone (el término «kone» significa «máquina» en finés) de manera más o menos continua durante casi 20 años. La posición ha generado una rentabilidad total superior al 20% anual desde 2005. Este año, nuestro equipo global también muestra un renovado interés por este sector, dada la reciente escisión de la filial Otis de United Technologies y la venta del negocio de ascensores de Thyssenkrupp (el cuarto mayor del mundo). Muy pronto los inversores podrán elegir entre los cuatro negocios independientes de ascensores más grandes del planeta. ¿Por qué deberíamos interesarnos por este sector? ¿Qué factores han impulsado estas positivas rentabilidades en el pasado y qué cabe esperar en el futuro?
El sector de los ascensores modernos se remonta a 1852, cuando Elisha Otis inventó el freno de seguridad para elevadores. 161 años más tarde, la compañía que fundó el inventor estadounidense ganó el mayor contrato de su historia, que consistía en el suministro de 670 ascensores y escaleras mecánicas para las estaciones de metro de la ciudad india de Hyderabad. Mientras tanto, los cambios provocados por el ascensor han sido profundos. Se trata de una tecnología extremadamente segura y ecológica que «se entiende mejor como parte de un amplio sistema de diseño urbano. Sin el aire acondicionado, los modernos rascacielos de cristal serían inhabitables; sin el acero o el hormigón armado, serían inedificables; y sin el ascensor, serían inaccesibles»1
La ciudad moderna simplemente no existiría sin el sector de los ascensores. Se trata de un ejemplo interesante de cómo el impacto del cambio tecnológico solo resulta aparente una vez transcurridos muchos años desde la invención original y que, a menudo, tiene profundas e imprevistas consecuencias.
Hoy en día, el sector está relativamente concentrado a escala mundial. Los cuatro principales operadores acaparan alrededor del 58% de la cuota de mercado mundial (Credit Suisse, diciembre de 2018), aunque el mercado de nueva instalación está aún más concentrado, ya que Otis (número uno internacional) Schindler, Kone y Thyssen acumulan casi el 75% de la cuota de mercado. China cuenta con cerca del 60% del mercado de nuevos equipos (Credit Suisse, diciembre de 2018), aunque todavía representa solo el 36% aproximadamente de la base instalada a nivel mundial.
En la mayoría de los mercados fuera de China, el sector opera según el modelo de «cebo y anzuelo», dado que el nuevo producto no resulta muy rentable, pero las compañías de ascensores logran con gran éxito vincular a sus clientes con contratos de servicios a largo plazo (y, con frecuencia, el promotor inmobiliario que firma el contrato de servicios no acaba siendo el propietario del edificio, ni mucho menos el inquilino, por lo que no siempre compara proveedores para elegir el mejor contrato de servicios). Este modelo de servicios se traduce en elevadas rentabilidades (no es un modelo que requiere mucho capital) y estables flujos de caja con independencia de la situación de los mercados de la construcción. Resulta sumamente problemático que un ascensor de un hospital o un centro comercial deje de funcionar, por lo que el servicio de mantenimiento reviste una importancia crucial.
Dado que el explosivo crecimiento del sector inmobiliario chino de los 20 últimos años ya no goza de tanto impulso, la atención se centra ahora en la conectividad de la tecnología y el Internet de las cosas. Puesto que los operadores más pequeños no son capaces de realizar las inversiones necesarias en I+D, las cuatro grandes compañías siguen ganando cuota de mercado. Además, la capacidad para controlar el funcionamiento de forma remota y diagnosticar los posibles problemas podría desembocar en mayores márgenes, gracias a una reducción del tiempo de desplazamiento para los ingenieros de mantenimiento y a una solución integral y más rápida de cualquier problema. ¿No habrá que esperar entonces a que ese ascensor estropeado empiece a funcionar de nuevo? Bueno, tal vez sí. Pero el sector en su conjunto no está, ni mucho menos, estropeado. Y, dado que ThyssenKrupp Elevator pasa a manos de las firmas de capital inversión Advent International y Cinven (que pagaron por este negocio 19.000 millones de dólares el mes pasado)2 , merece la pena seguir con atención el sector de los ascensores en la próxima década.