Tenemos un problema con el plástico. Cuando fui a visitar a mi familia en Sudáfrica durante la Navidad, lo que más me sorprendió fue que, incluso en el litoral marítimo más remoto y protegido, mis hijos y yo acabamos llenando varias bolsas con pajitas y otros residuos plásticos. Y las estadísticas confirman que el problema existe. Actualmente, solo se recicla el 14% de los embalajes de plástico que se producen anualmente, mientras que tan solo el 2% se reutiliza para productos idénticos o parecidos.1
La mayor parte de nuestros residuos de plástico acaba en vertederos, lo que conlleva enormes emisiones de CO2, o va a parar a nuestro medioambiente (alrededor de 12 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos de todo el mundo cada año)2. El problema es cada vez más grave, puesto que el crecimiento de la economia, la población y la urbanización, sobre todo en los mercados emergentes, conlleva un aumento del consumo de embalajes de plástico.
A principios de este año, China se unió al creciente movimiento al que pertenecen más de 120 países que se comprometen a prohibir el plástico de un solo uso después de que su mayor vertedero (del tamaño de unos 100 campos de fútbol) llegara a su capacidad máxima 25 años antes de lo previsto. Sin embargo, la presión para abordar los residuos de plástico no solo afecta a los consumidores y los gobiernos. Hasta la fecha, las empresas han asumido escasa (o nula) responsabilidad por los residuos que producen, y su producción ha sido lineal, es decir, no han tenido en cuenta el fin de la vida de sus productos.
Sin embargo, esto está empezando a cambiar gracias a la creciente presión que ejercen los consumidores y los reguladores para que los sistemas de producción sean más circulares. Por ejemplo, algunas compañías de consumo, como Coca-Cola, se ven sometidas a una presión cada vez mayor para que aborden su contribución a la contaminación por plásticos. Una auditoría sobre los residuos plásticos llevada a cabo a escala mundial por la organización benéfica Break Free from Plastic volvió a identificar a Coca-Cola como la marca más contaminante de 2019. Actualmente produce alrededor de tres millones de toneladas de embalajes de plástico al año, o, lo que es lo mismo, unas 200.000 botellas por minuto3
Los ODS de las Naciones Unidas incluyen metas para hacer «más y mejor con menos». Esto conlleva que compañías como Coca-Cola deben reformar íntegramente sus cadenas de suministro: deben aprender a reducir, rediseñar, reutilizar y reciclar recursos. Esto nos permitirá mantener la producción de residuos en niveles más sostenibles.
Por último, lograr una producción más circular también tiene sentido común comercial. Producir productos que son totalmente reciclables y que pueden reutilizarse como insumos no solo mejora la imagen de marca de una compañía, sino que también puede contribuir a reducir los costes de producción a largo plazo.