2023 se reveló como otro año complicado para la inversión responsable, lo que se debió en gran medida al repunte de los tipos de interés y al encarecimiento del petróleo. Entretanto, el sector se enfrentó a una creciente confusión en torno a la terminología, así como al rechazo político en Estados Unidos.
Aun así, creo que el argumento para abogar por la inversión responsable sigue siendo sólido, pese a la necesidad de una mayor claridad y un mayor énfasis. Los resultados financieros positivos tienen más posibilidades de materializarse si entendemos plenamente los riesgos y oportunidades que rodean cada inversión. Ahora más que nunca, los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) cobran una vital importancia para lograr este entendimiento. Pongamos el cambio climático como ejemplo. Los científicos vaticinan que 2023 resultará el año más cálido que consta en los registros. Las olas de calor extremas, los incendios forestales con resultado mortal y las devastadoras inundaciones sirvieron de crudo recordatorio de la necesidad cada vez más evidente de reflejar los riesgos y las oportunidades climáticos físicos en la toma de decisiones de inversión.
Aclarar la confusión
Se ha disparado el interés por la inversión responsable en los últimos años. La integración de factores ASG en las decisiones de inversión es algo que se espera en estos días en el mercado europeo, y existen muchas estrategias que compiten por atraer clientes en este universo. Ahora bien, el hecho de que se haya disparado el interés por este tipo de inversiones ha venido acompañado de una mayor confusión en el sector, algo que se debe en parte al uso incorrecto del acrónimo ASG como sustituto de inversión sostenible. En ocasiones, ha sido frustrante presenciar cómo se etiquetan los fondos convencionales como sostenibles cuando en realidad integran factores ASG. Se precisa más disciplina en torno al lenguaje utilizado en este punto. En 2024, deseo que sigamos desentrañando y comprendiendo lo que realmente quieren los clientes con el fin de atenderlos sin importar dónde se encuentren en el espectro de la inversión responsable. En el sector de la gestión de activos, debemos ofrecer más transparencia sobre lo que hacen exactamente las distintas estrategias y armonizar mejor las preferencias de los clientes. Sin lugar a dudas, esto se debe en parte a la regulación, lo que me lleva al siguiente punto.
Capear el entorno regulatorio
La regulación de la inversión responsable evoluciona con rapidez, sobre todo en lo que respecta a la información sobre los productos. El Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (SFDR, por sus siglas en inglés) ya está en vigor en Europa, y existen normativas similares a punto de promulgarse en el Reino Unido y Estados Unidos. Esta regulación resulta encomiable por sus esfuerzos para aumentar la transparencia en torno a la inversión responsable y prevenir el greenwashing. No obstante, en la práctica, a veces ha alimentado aún más la confusión del sector, ya que la ausencia de una definición coherente de las inversiones sostenibles deja más margen para la interpretación y, por tanto, para que haya divergencias en los enfoques de los inversores. Dentro de este entorno regulatorio cambiante, en Columbia Threadneedle Investments creemos que reviste cierta relevancia sopesar cuál es nuestra propia «estrella polar», y ponemos el foco en la integridad y calidad de nuestros productos, además de cerciorarnos de seguir siendo claros y veraces sobre lo que pueden ofrecer a los clientes en este espacio.
Seguimos llevando a cabo esfuerzos en materia de titularidad activa
La implicación proactiva y el voto reflexivo son parte integrante de nuestro enfoque de inversión responsable. Si bien aún no hemos terminado de definir nuestras prioridades y objetivos temáticos de implicación para 2024, puedo compartir algunas ideas más generales.
Como ya se ha mencionado con anterioridad, la gestión del riesgo climático físico se está convirtiendo en una cuestión cada vez más material, además de perfilarse como un ámbito en el que centraremos nuestra implicación activa con el cambio climático en el futuro. Entretanto, la naturaleza apuntala la economía mundial, pero se está deteriorando rápidamente a causa de la deforestación y la contaminación. Tanto las compañías como los inversores deben aprender más sobre las dependencias de la naturaleza y las repercusiones sobre ella, así como acerca de la mejor manera de reflejar los riesgos y oportunidades relacionados con ella. Por consiguiente, aquí radica otro ámbito de interés para nosotros de cara al futuro. Asimismo, tenemos pensado centrarnos en el agua en particular. El aumento de la demanda, el cambio climático y la contaminación están incrementando la presión sobre los recursos hídricos, lo que desencadena riesgos para las empresas y la sociedad y, por ende, es algo que tendremos en cuenta en el conjunto de sectores y cadenas de valor.
Junto con estas cuestiones medioambientales, también me gustaría poner de relieve nuestro trabajo en materia de diversidad; tanto nuestros propios esfuerzos corporativos para contratar, retener, desarrollar, comprometer y hacer progresar a una plantilla diversa, como nuestra labor en materia de titularidad activa con las compañías en las que invertimos por medio de iniciativas de implicación activa, votación y colaboración de los inversores. En cuanto a la diligencia debida en materia de derechos humanos y la gestión de riesgos en la cadena de suministro, pondremos la mirada en avanzar hacia un enfoque más sistemático para identificar y gestionar los riesgos materiales. También seguiremos desarrollando la sofisticación y coherencia de nuestro análisis en torno a la gestión del capital humano, que consideramos un activo corporativo clave.
Por último, el gobierno corporativo seguirá revelándose fundamental para que se lleve a cabo una buena gestión de las compañías y una supervisión eficaz de los riesgos. El énfasis en la renovación de los consejos de administración para garantizar una combinación adecuada de competencias, bagaje y conocimientos revestirá una esencial pertinencia a la hora de gestionar un panorama regulatorio y geopolítico cada vez más volátil. Esto es especialmente importante si se tiene en cuenta la rotación sistémica de altos directivos que hemos constatado en los principales mercados, como el estadounidense.