No creemos que se hayan abordado adecuadamente los problemas que puso de manifiesto la crisis bancaria de 2023, algo que quedó patente con el desplome de la acción del New York Community Bancorp
El fracaso a la hora de regular los bancos más pequeños o de abordar los colchones de liquidez, junto con el continuo endurecimiento cuantitativo, ha vuelto vulnerable el sistema
Existe una brecha entre las grandes instituciones, más prudentes, y las pequeñas, que atravesarán dificultades para hacer frente a un mayor deterioro de la coyuntura
Dentro de nuestro equipo mundial de analistas fundamentales, ocho se dedican a las instituciones financieras en los ámbitos de la renta variable y la renta fija. Este equipo de finanzas se reúne con regularidad para debatir los grandes temas, y los acontecimientos del New York Community Bancorp (NYCB) nos hicieron hablar tanto de esta compañía en concreto como de las posibles implicaciones en líneas más generales.
Como grupo, consideramos que los problemas que puso de manifiesto la crisis bancaria de 2023 no se han abordado adecuadamente. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) intervino con un programa temporal de liquidez —Programa de Financiación Bancaria a Plazo (BTFP, por sus siglas en inglés)— en marzo de 2023 y pidió a los bancos grandes y medianos que mantuvieran más capital. Sin embargo, no se tomó ninguna medida para regular los bancos más pequeños o abordar directamente los colchones de liquidez. Por consiguiente, pensamos que el sistema bancario se revela vulnerable a las réplicas a medida que los bancos centrales prosiguen con el endurecimiento cuantitativo (QT, por sus siglas en inglés), una herramienta de política monetaria que trata de reducir el volumen de dinero en la economía1.
¿Qué ocurre en el NYCB?
En términos históricos, el NYCB ha sido un prestamista sobre bienes inmuebles comerciales en el área metropolitana de Nueva York. A finales de 2015, la OCC, uno de los principales reguladores bancarios, emitió una declaración en la que informaba a los bancos con altas concentraciones de bienes inmuebles comerciales de que estarían sujetos a normas y supervisión más estrictas2. Esto sucedió después de un periodo de un vertiginoso crecimiento en la clase de activos en todo el sector, en el que las autoridades reguladoras presenciaron una relajación de los términos y condiciones como consecuencia de la mayor competencia entre los prestamistas. La concentración de bienes inmuebles comerciales del NYCB era el doble del nivel que acepta la autoridad reguladora. La compañía trató de abordar el problema diversificándose a través de adquisiciones. La compra del Flagstar Bank en 2022 y de los activos del Signature Bank a la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) en 2023 aumentó los préstamos comerciales e industriales, lo que diluyó la concentración de bienes inmuebles comerciales. En efecto, las adquisiciones doblaron el tamaño del banco hasta situarlo en 116.000 millones de USD a finales de 20233.
¿Y ahora qué?
¿Y un comprador?
¿Cómo hemos llegado a este punto otra vez?
Bajo nuestro punto de vista, la responsabilidad recae en la cúpula directiva, las autoridades reguladoras y los políticos. Vayamos por partes:
Cúpula directiva El NYCB presentaba una ingente concentración en bienes inmuebles comerciales con frágiles posiciones de liquidez y capital, al tiempo que se doblaba el tamaño del banco en un periodo de dos años con adquisiciones paralelas (back-to-back). Resulta muy difícil mantener una gestión del riesgo disciplinada cuando esto sucede. La historia nos ofrece innumerables ejemplos, aunque me viene a la mente la situación de los bancos irlandeses a principios de los 2000, que no acabó bien.
Autoridades reguladoras Creemos que las autoridades reguladoras tienen una gran responsabilidad respecto de esta situación. La Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) vendió al NYCB la gran cartera de préstamos procedentes de la quiebra del Signature Bank. Esta venta supuso que el NYCB se vería sometido a una normativa más estricta para la que la compañía no estaba preparada. Dicha venta obligó a la entidad bancaria a adoptar medidas drásticas para satisfacer la nueva normativa, lo que desencadenó la crisis. ¿Acaso la FDIC anticipó esta serie de acontecimientos y prosiguió con la venta igualmente o se vio sorprendida también por la situación?
Políticos Los bancos pequeños (aquellos que cuentan con menos de 100.000 millones de dólares en activos) están sometidos a una normativa muy laxa si se comparan con sus homólogos de mayor tamaño. Estos bancos suelen operar a escala más local y sus comunidades confían en ellos como una alternativa a los operadores nacionales de mayor magnitud. Esta concentración geográfica neutraliza la diversidad económica del banco pequeño. Sin embargo, el riesgo de operar a escala local viene acompañado de un importante aliado: el político local. Parece que cada nueva normativa, más estricta, incluye una excepción para estos pequeños bancos. Su representante apunta a que la comunidad precisa de ellos para que concedan préstamos cuando los grandes bancos los rechazan. Y, según se argumenta, el coste del cumplimiento supondrá una carga para el banco pequeño, ya que necesitará complejos sistemas de gestión de riesgos. Todo esto podría ser cierto quizás, si bien implica que los bancos con mayor riesgo y mayor concentración se están gestionando con arreglo a una normativa laxa y con unos nefastos sistemas de gestión de riesgos. Los políticos quieren que sus bancos locales se rijan por una normativa menos estricta y, en el momento en el que el banco local crece demasiado (como sucedió con el NYCB), quedan patentes sus debilidades, lo que acarrea terribles consecuencias.
Pongamos algunas cifras a todo esto
Los cuatro grandes bancos estadounidenses tienen un colchón conforme a unos requisitos mínimos de capital excesivamente regulados («gold plated») de más de 200 puntos básicos de media. En el caso de los grandes bancos europeos hablamos de 400 puntos básicos por encima de unos requisitos algo menos onerosos. Si aplicamos la misma normativa a los bancos pequeños y medianos de Estados Unidos que cubrimos, la cifra se sitúa por debajo de 50 p.b., y algunas entidades caen por debajo del mínimo exigido. De igual manera, los cuatro grandes bancos de Estados Unidos presentan balances de efectivo que equivalen al 20% de los depósitos de media, mientras que este dato ronda el 10% en la mayor parte de los bancos del gigante norteamericano e incluso algunos llegan a tener un 5% o menos.
¿Y qué hay de Europa?
El Credit Suisse fue la pieza de dominó que se vio golpeada por lo ocurrido con el Silicon Valley Bank. ¿Se podrían propagar a Europa los problemas del NYCB? Es muy posible. Los grandes bancos europeos, al igual que sus homólogos estadounidenses, exhiben una buena capitalización y una reducida exposición a los bienes inmuebles comerciales. Ahora bien, un puñado de prestamistas regionales alemanes presenta más exposición al segmento de préstamos a oficinas de Estados Unidos que muchos bancos estadounidenses. Si de la noche a la mañana llevamos la provisión a los niveles de los grandes bancos estadounidenses —como hizo el NYCB—, estos bancos quedarían cerca de los niveles mínimos de capital. Vaticinamos unos meses incómodos de cara al futuro.
¿No podemos simplemente dejar que el capitalismo actúe y que quiebren los bancos pequeños?
Un argumento que se esgrime en contra de la regulación de los bancos más pequeños es que son lo suficientemente pequeños para quebrar sin que ello traiga consigo problemas sistémicos. El problema estriba en que, si varios bancos pequeños tienen problemas de liquidez al mismo tiempo, el crédito comienza a restringirse y todo empieza a volverse un poco sistémico. (Los préstamos de los bancos pequeños son importantes para la economía de EE. UU.: alrededor de dos tercios de todos los préstamos bancarios sobre bienes inmuebles comerciales se conceden a través de bancos pequeños8).
A esto se suma que nos adentramos en una época incierta para la liquidez bancaria, ya que el QT continúa. La expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) supuso una inyección de cerca de 10 billones de dólares en los sistemas de Estados Unidos, el Reino Unido y la zona euro durante una década, una cantidad equivalente al 25% de los depósitos del sector bancario9. Los bancos centrales llevan más o menos un año retirando esa liquidez. No se han experimentado baches en el proceso hasta la fecha, y Estados Unidos va bastante adelantado, si bien permanecemos atentos a lo que sucederá este año.
Acerca del QT
Esto parece complicado, pero tenga paciencia. Todo se reduce a dos partidas del pasivo del balance de la Reserva Federal: reservas de los bancos (saldos de efectivo del sector bancario), y operaciones de recompra inversa (de fondos del mercado monetario). El balance de la Reserva Federal se ha reducido en cerca de 1,5 billones de dólares desde el inicio del QT10. Las operaciones de recompra inversa han registrado un notable descenso —los fondos del mercado monetario se han decantado por las letras del Tesoro para obtener rendimiento—, si bien las reservas bancarias han aumentado porque los grandes bancos acumulan efectivo. Podríamos llegar en breve a un punto en el que las operaciones de recompra inversa toquen fondo y las reservas bancarias (efectivo) empiecen a caer.
Se requiere un nivel de reservas para que el sistema financiero funcione sin sobresaltos. En 2019, cuando los tipos del mercado monetario se dispararon hasta el entorno del 9%, las reservas del sistema rondaban los 1,6 billones de dólares. En estos momentos, el sector bancario y la economía presentan una mayor magnitud y las normas de liquidez son más estrictas, de ahí que el sistema actual precise de un mayor volumen de efectivo. El nivel en el que el sistema empieza a quedarse corto supera probablemente los 2 billones de dólares. Al ritmo actual del QT, podríamos llegar a esta cifra este año, y los bancos con niveles de efectivo inferiores serán los más vulnerables11.
A modo de conclusión
Puede que el límite de velocidad sea de 100 km/h, pero en condiciones de hielo potencial, la sociedad espera que los conductores reduzcan la velocidad y actúen con precaución para evitar accidentes, con independencia del tamaño del vehículo. Estamos siendo testigos de esto en los bancos grandes con ingente capital y altos balances de efectivo. En cambio, muchos bancos más pequeños siguen pisando el acelerador a fondo. A nuestro parecer, el mercado recompensará a los conductores que hagan gala de cautela este año.